Tener alma y no dinero…
Indigna tanto la imagen del Museo Nacional de Brasil en llamas, la destrucción total de una joya arquitectónica del siglo xix, del mayor museo de América Latina en el ámbito de la historia natural. Por negligencias absurdas y presupuestos que nunca llegaron, se han perdido más de veinte mil piezas que incluían, además de varias momias egipcias y precolombinas, el segundo fósil humano más antiguo del continente: Luzia, con sus casi doce mil años de existencia.
Las enérgicas protestas de los ciudadanos en Río de Janeiro son un llamado de alerta a todos los que subestiman el valor real, y hasta el simbólico, de la defensa y sostenimiento del patrimonio. También sucede en las Bahamas, donde circula por las redes la denuncia de que las autoridades hacen oídos sordos a la necesidad de preservar un fuerte de la época de la colonia que se destruye día a día en medio de la desidia.
El buen corazón de quienes defienden, conservan y ponen el valor el patrimonio material e inmaterial de nuestras naciones necesita aún más de mayor reconocimiento. «A puerta sorda hay que dar martillazo mayor, y en el mundo hay aún muchas puertas sordas», como pedía el apóstol cubano José Martí en su artículo «Los oficios de la alabanza». Por eso aplaudimos los preparativos para los 500 años de Panamá la Vieja y de La Habana, y elogiamos que en la península ibérica el yacimiento arqueológico de Medina Azahara fuera reconocido e inscrito por haber sido sede del califato de Córdoba en el siglo x, con la dinastía omeya, y hoy se considere un ejemplo único de ciudad califal preservada.
En Panamá será el quinto centenario de la primera ciudad en fundarse en el litoral pacífico americano, cuyo sitio arqueológico es Patrimonio Mundial desde el 2003, y no el del casco antiguo, la segunda urbe nacida en el ahora Distrito de Panamá. El mensaje del Patronato Panamá Viejo asegura que en aquel entonces «se inicia la ruta que nos convertiría en el centro de las comunicaciones mundiales…».
Desde el Grupo Excelencias seguimos ofreciendo nuestra experiencia y capacidad para respaldar esta oportunidad única, a celebrarse el 15 de agosto de 2019, justo cuando la capital del Istmo ha recibido los títulos de Capital Iberoamericana de la Cultura y Ciudad Creativa en Gastronomía. Como ejemplo modélico para el medio milenio de La Habana, real y maravillosa, en Excelencias venimos realizando desde hace dos años una campaña de prensa en más de treinta y cinco medios en seis idiomas. Cada semana publicamos sobre la apertura y el remozamiento de centros sociales y de servicios, en tanto será diario a partir del próximo 16 de noviembre, más cuando el centro histórico y su sistema de fortificaciones fue la primera inclusión de la Isla en la lista del Patrimonio Mundial, allá por 1982.
Igual es una buena muestra la alegría de los cultores de la tumba francesa, de la rumba y del punto cubano cada vez que publicamos en nuestros ejemplares y plataformas digitales los reconocimientos entregados por la Unesco en los años 2001, 2016 y 2017. Porque Cuba tiene a Trinidad y al Valle de los Ingenios desde 1988 como Patrimonio Mundial de la Humanidad, estaremos apoyando a la Oficina del Conservador a finales de septiembre, para el Seminario Gastronómico. De la misma manera que logró las declaratorias de los centros históricos de Cienfuegos y Camagüey, del Castillo de San Pedro de La Roca, del Parque Nacional Desembarco del Granma y del paisaje arqueológico de las primeras plantaciones cafetaleras al sudeste de la Isla Grande, el próximo año celebrará los veinte años de la declaratoria del Valle de Viñales. T odo ello merece la más amplia difusión internacional.
Ahora que Matanzas cumple sus 325 años y despedimos de la vida a la Novia de Cuba, la poetisa Carilda Oliver Labra, concluyo con sus más sentidos versos, que ella sabía declamar como nadie y compartió conmigo en la última entrevista que le realicé en Calzada de Tirry 87: «Cuando vino mi abuela / trajo un poco de tierra española, / cuando se fue mi madre / llevó un poco de tierra cubana. / Yo no guardaré conmigo ningún poco de patria: / la quiero toda sobre mi tumba».